Con el incremento de la demanda de metales como el oro, níquel, cobalto y otros para la producción de equipos tecnológicos, las reservas que se pueden encontrar en la superficie terrestre ya no dan abasto suficiente. Ello ha generado que las empresas mineras comiencen a evaluar la posibilidad de recurrir al fondo de los océanos para extraer los metales necesarios.
Compañías mineras han expresado su interés en expandir la industria con las nuevas tecnologías accesibles, las cuales algunos sostienen podrían evitar que se cometan los mismos errores que con la extracción de hidrocarburos [1]. A ellos los acompañan varios bancos mundiales que ven esta nueva actividad como fuente de inversión ante el constante aumento de los precios del litio y cobalto para la producción de carros eléctricos.
La oposición a la aprobación de esta actividad es clara. Se ha presentado una petición en contra firmada por 622 expertos en ciencia y política marina provenientes de 44 países debido a que los daños ocasionados por la actividad minera en el subsuelo marino contribuirá a las afectaciones que este está sufriendo por el cambio climático y causar daños irreparables [2]. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha señalado que la minería minera no debe ponerse en práctica hasta que hayan establecido todos los criterios para la extracción, los cuales incluyen la implementación de regulaciones especiales y aplicación de las medidas de mitigación por su contaminación [3]. Además, señalaron que aún no se tiene suficiente conocimiento del fondo marino y hay especies que ni siquiera han sido descubiertas, las cuales al vivir en ambientes especiales podrían perderse por la mínima distorsión de su hábitat. Por otro lado, empresas como Google, Samsung y Volvo se han comprometido a no utilizar los metales provenientes de esta actividad [4].
Asimismo, han surgido críticas contra la Autoridad Internacional de Fondos Marinos, que aunque aún no ha establecido una política determinada con respecto a la minería marina existe una laguna en su normativa que permite que si la autoridad no emite opinión en los dos años siguientes a que una empresa haya comunicado su interés de excavar en el fondo marino, esta lo puede hacer sin problema [4]. Así, el Estado de Nauru, ubicado en Oceanía, informó el año pasado su intención de comenzar con la minería marina, lo que ha generado que la autoridad acelere el paso para formular las regulaciones correspondientes [3].
La fabricación de paneles solares y carros eléctricos, tecnologías conocidas por su bajo impacto negativo ambiental en comparación a similares del mismo sector, dejaría de ser amigable con el medio ambiente al incluir para la obtención de sus materias primas la contaminación del fondo marino.
Referencias:
[1] Nate, R. (2022, 29 de abril). En The Guardian. ‘Deep-sea gold rush’ for rare metals could cause irreversible harm. https://www.theguardian.com/environment/2022/apr/29/deep-sea-gold-rush-rare-metals-environmental-harm
[2] Deep-Sea Mining Science Estatement. (s/f). Marine Expert Statement Calling for a Pause to Deep-Sea Mining. https://www.seabedminingsciencestatement.org/
[3] IUCN. (2022). Issues Brief – Deep-sea mining. https://www.iucn.org/resources/issues-briefs/deep-sea-mining
[4] Fernández, C. (2022, 21 de mayo). En El País. ¿Se permitirá extraer metales de los fondos marinos en 2023?. https://elpais.com/eps/2022-05-24/la-fiebre-del-oro-en-los-fondos-marinos.html