Escrito por Claria Salinas
Imagen: UVGANDIA
El feminismo, en las últimas décadas viene tomado protagonismo a través de la denuncia, mediante sus luchas sociales, frente a la desigualdad y subordinación en la que las mujeres nos encontramos sometidas históricamente. Por tanto, el feminismo puede entenderse como una corriente de pensamiento que nació en Occidente, durante la modernidad, que surgió de la individuación, del Estado laico y que plantea la liberación de las mujeres de la dominación masculina; su genealogía se remonta a Mary Wollstonecraft con su “Vindicación de los derechos de la mujer” de 1792 [1].
No obstante, actualmente los marcos teórico-prácticos desde donde ejercen sus luchas los feminismos son muy variados. Por ejemplo, está el feminismo radical, el feminismo liberal, el feminismo decolonial, el feminismo cultural, el feminismo católico, el transfeminismo, etc. De los que, ante tal diversidad, presentan ciertos puntos contradictorios como es el caso del feminismo radical que entiende a la condición de mujer desde una mirada bastante cerrada por lo que no contempla las luchas de las mujeres trans y colectivos LGTBIQ como parte de sus reivindicaciones. A esa gran variedad de feminismos, se añadió en la década de los 70 del siglo pasado el ecofeminismo. En este punto, cabe indicar al lector que, se debe partir por entender que el ecofeminismo es una corriente más dentro de los múltiples feminismos, y que por tanto puede tener similitudes con algunas corrientes feministas pero que con otras pueda contradecirse.
El ecofeminismo como término fue utilizado por primera vez por la socióloga feminista Francoise D’Eaubonne, el contexto social en el que surgió tal término fue, conforme se mencionó líneas arriba, en la década de los 70, en la que, de acuerdo con la historia de los feminismos, se identifica como la segunda ola del feminismo; el cual se caracterizó por reivindicar derechos culturales ligados con la sexualidad, la familia, el trabajo. Así, D’Eaubonne utilizó el término ecofeminismo en su intento de reclamar la autodeterminación de las mujeres sobre sus derechos sexuales y reproductivos; pues, notó el problema de la superpoblación mundial como punto relevante de contacto entre las reivindicaciones feministas y las preocupaciones ecologistas [2].
Posterior a esta primera aparición del término “ecofeminismo”, este va a pasar a ser una corriente más práctica que teórica con lo que se posicionará como movimiento social y va a intentar situarse del lado de los feminismos que venían surgiendo en contraposición del hegemónico feminismo blanco occidental. No obstante, el ecofeminismo va ser en sus inicios rechazado por el feminismo por algunas nociones esencialistas que tomó.
Ecofeminismo contra los dualismos históricos
El ecofeminismo se adentra en la crítica de los pilares de la modernidad apoyándose en la idea de que desde el pensamiento androcéntrico se han devaluado todas aquellas actividades y formas de percibir y sentir el mundo asociadas con lo femenino; las cuales fueron conectadas con lo instintivo, emocional, irracional, porque supuestamente están más cerca de la naturaleza. Así, el pensamiento occidental construyó una percepción “arrogante” del mundo en donde la naturaleza es simple materia prima, inferior, y que su posición en el mundo es la de ser dominada y explotada [3].
De manera que, desde la mirada occidental de la modernidad, la Naturaleza pasa a ser feminizada y la Mujer pasa a ser naturalizada. En función de ello, tanto Naturaleza como Mujer van a configurarse como subalternos, en una lógica de opresión frente al sistema patriarcal capitalista. Así, la condición de subalternidad que tienen Naturaleza y Mujer, responde a la idea de que el hombre está separado, externo, a la naturaleza y que su misión es conquistarla, y dominarla. En este punto, es que el ecofeminismo señala que la modernidad instala sus dualismos fundantes: hombre – mujer, cultura(sociedad) – naturaleza, moderno – no moderno, razón – emoción, alma – cuerpo, civilización – barbarie; todos estos dualismos responden a una lógica en la que no se trata de pares iguales si no que uno de ellos es el superior y el otro es el inferior [4].
Pero solo señalar la existencia de estos dualismos de la modernidad no fue suficiente para el ecofeminismo; ya que, este planteará, por tanto, una reapropiación de la naturaleza. Lo cual, a su vez, implicó entenderla como algo basado en términos de interdependencia. La interdependencia refiere a que el humano no viene solo al mundo y tampoco puede vivir sus procesos vitales en soledad; sino que depende de muchas personas a lo largo de su vida, incluyendo que depende completamente de todos los recursos que le otorga la naturaleza, de lo contrario sería imposible la vida. Entonces, la interdependencia, configura una idea potente que interpela al hombre mencionándole que el problema no es que las mujeres seamos naturaleza, el problema es que los hombres no reconocen que son también naturaleza [5].
Ecofeminismo Esencialista versus Ecofeminismo Constructivista
Conforme se mencionó en el apartado anterior, la modernidad ha equiparado históricamente, a las mujeres con la naturaleza. En tal línea, surgió la corriente del Ecofeminismo Esencialista; en el que se resalta la esencia de la mujer emparejada con la naturaleza; ello debido a su función de engendrar vida; es decir, la maternidad. Pues, según este enfoque, las mujeres desarrollan una suerte de instinto natural respecto del cuidado por otros seres y por tanto también un instinto de cuidado del ambiente mayor al de los hombres. Además, al igual que la naturaleza, las mujeres sufren los estragos por parte del sistema patriarcal; pues, el hombre actúa para conquistar, dominar, usar y destruir. Sin embargo, tal esencialización de la maternidad como condición de las mujeres generó rechazo por parte de las corrientes feministas; ya que, muchos de los feminismos descartan rotundamente los esencialismos porque estos, en gran medida, legitiman la dominación patriarcal [6].
Ante ello, surge una mirada crítica al esencialismo; así se da el Ecofeminismo Constructivista que plantea que no es que la mujer tenga una “esencia” por la que se le equipare con la naturaleza; sino que son los roles de género, impuestos por el sistema patriarcal, lo que ha determinado a las mujeres como las únicas encargadas de los roles de cuidado. Es decir, el instinto maternal y de cuidado que tienen las mujeres no responde a un instinto persé sino que se trata de una construcción social que ha devenido de la división sexual del trabajo [7]. Ello se puede entender en lo práctico en que las mujeres hemos sido relegadas a la vida privada, a labores domésticas y de cuidado (como la crianza de los hijos, los adultos mayores, etc.), que no tienen un reconocimiento económico y que son invisibilizadas. Mientras que los varones han sido asociados, por lo general, al espacio público, y a labores que tiene un reconocimiento como tales, y por ende una retribución económica.
Así, es el sistema capitalista y patriarcal quien determina que los varones se desliguen de la interdependencia; ya que no se les considera como restitutores del cuidado (es decir, que cuide de los otros conforme también este fue cuidado); y más bien delegan esta condición únicamente a las mujeres. De este modo, el ecofeminismo resignifica las tareas de cuidado y universaliza la interdependencia; esto, a su vez, permite replantear la interdependencia y girarla hacia una mirada de ecodependencia; la cual refiere no solo a un cuidado entre humanos sino a un cuidado por la naturaleza [8].
Ecofeminismo contra las industrias del capitalismo
Ya en la contemporaneidad, surgieron neofeminismos, por lo general en Occidente, de los cuales algunos se enmarcaron dentro del ecofeminismo. Pues, el ecofeminismo, señala a la industria capitalista como una industria que objetiviza a las mujeres así como ha venido objetivando a la naturaleza, ya que entiende a esta como un lugar donde se puede extraer todo los recursos para beneficio del hombre, del sistema capitalista. Ejemplo de ello, es la lucha ecofeminista en contra de la industria de la moda y la belleza que tiene como víctimas mayoritariamente a las mujeres y también a los animales.
Por el lado de los perjuicios generados a las mujeres, se entiende que estas, al reproducir patrones de belleza, las expone a lo largo de su vida a más riesgos en su salud. Pues, las mujeres están más propensas a presentar problemas dermatológicos por el consumo de los químicos del maquillaje; a diferencia de los varones [9]. Entonces, se puede notar la preocupación feminista por la salud de las mujeres en la industria química conectada con objetivos ecologistas en contra de estas industrias.
Asimismo, otra gran víctima de estas industrias, como se mencionó anteriormente, son los animales de laboratorio que son usados para testear estos productos. De igual forma, asociado con la defensa de los derechos de los animales se puede encontrar un ecofeminismo antiespecista que ha tomado mayor relevancia en su lucha contra las formas de maltrato animal a partir de las grandes industrias; siendo la industria alimentaria aquella que más críticas y rechazo recibe por parte de esta mirada antiespecista [10].
Luchas de las mujeres de América del Sur por la reivindicación de sus territorios
Conforme se viene desarrollando, el ecofeminismo nació en Europa y tiene diferentes frentes en los que enmarca sus luchas. Por el lado de los continentes como Asia, África, y América las perspectivas ecofeministas han tomado su propio rumbo. Así, es de notar a Vandana Shiva con su activismo a través de la lucha de las mujeres en la India por la soberanía alimentaria y contra la agroindustria [11]; o, en América del Sur, las innumerables luchas de mujeres indígenas y campesinas por la defensa de sus territorios contra las industrias extractivas. En tal sentido, cabe indicar que estas luchas de las mujeres del Asia, África y América del Sur, se mueven dentro de sus propios discursos enlazados a su forma de percibir la vida, la comunidad, la tierra, la Pachamama. Discursos que, a su vez, se enuncian desde una posición considerada subalterna, por pertenecer al “tercer mundo” y, además, por pertenecer a sectores marginalizados [12]. Por ello, es que se presentan distantes de las reivindicaciones del ecofeminismo occidental.
Respecto al caso específico de América del Sur, de acuerdo a lo desarrollado por Maristella Svampa, los sectores de las mujeres campesinas e indígenas de América del Sur vienen elaborando una nueva narrativa descolonizadora que complementa, se intersecciona y supera a la mirada del ecofeminismo occidental. Así, desde los pueblos originarios y comunidades campesinas se desarrolla un enfoque relacional de la vida en comunidad; en el cual ellos se perciben parte del cosmos y no fuera de este, como sí lo percibe la sociedad occidental. En tal sentido, las reivindicaciones por sus territorios que realizan las mujeres campesinas e indígenas lo relacionan con el cuerpo; así queda en términos de cuerpo-territorio. Pues, según Svampa, las cosmovisiones sobre las relaciones de la vida y de la comunidad en los pueblos originarios o comunidades campesinas permiten desarrollar con mayor facilidad la idea de ecodependencia. En tal sentido, las mujeres miembros de estas poblaciones se han reapropiado de la noción de cuerpo para equipar a su lucha la noción de cuerpo-territorio [13].
Sin embargo, las mujeres campesinas e indígenas de América del Sur, no se consideran, propiamente como feministas, ni ecofeministas. Pues, identifican al feminismo como un discurso de una clase social a la que no pertenecen; y de la que, repetidas veces, han sido marginalizadas. No obstante, si bien estas mujeres no cuentan con las herramientas conceptuales para respaldar sus denuncias; son las que sufren procesos intensos de persecución, criminalización y muerte. Pues, recordemos que América del Sur es el lugar donde se asesinan más defensores ambientales, y donde existe una cifra alarmante de violencia de género. Por lo que estas mujeres, muchas veces al ser activistas, están más propensas a sufrir violencia doméstica por el descuido de las labores de la casa debido a su activismo. Además, por el lado del ámbito público, son más propensas a ser estigmatizadas por su participación activa, e incluso son potenciales víctimas de violencia sexual, entre otras formas de violencia [14].
Conclusiones
A lo largo de este texto se ha desarrollado cómo el ecofeminismo se inserta dentro de las múltiples corrientes feministas, y se ha resaltado que este a su vez presenta una diversidad en sus tipos. Pero, a pesar de los desencuentros entre los diversos ecofeminismos y las luchas y reivindicaciones de las mujeres, considero que presentan algunas ideas comunes. Estas coincidencias son básicamente dos: i) el ecofeminismo reconoce a las actividades de cuidado (interdependencia) como un elemento fundamental para la sobrevivencia humana; configurándose una perspectiva de ecodependencia (cuidado con la naturaleza) que permitirá una mejor relación con la naturaleza; ii) el ecofeminismo nos propone universalizar las actividades de cuidado (interdependencia/ecodependencia) y no asociarlas como actividades propiamente femeninas.
Por último, así como en América del Sur desde hace, aproximadamente, 25 años el Sumak Kawsay (“Buen vivir”) tiene presencia en la política; de igual forma, debe ser el momento de plantearse un Sumak Kawsay con perspectiva de género, donde las luchas y reivindicaciones de las mujeres también adquieran relevancia.
Referencias
[1] Maffia, Diana. 2018. “El Dilema Wollstonecraft: conflictos en las carreras de mujeres científicas”. Discusiones sobre investigación y epistemología de género en la ciencia y la tecnología. Instituto Nacional de Educación. Costa Rica, pág. 47-48. Recuperado el 28 de noviembre de 2020, de: http://repositorio.inie.ucr.ac.cr/bitstream/123456789/475/1/discusiones%20sobre%20investigaci%C3%B3n%20y%20epistemolog%C3%ADa.pdf
[2] Puleo, Alicia. 2008. “Libertad, igualdad, sostenibilidad. Por un ecofeminismo ilustrado.” ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política N.º 38, enero-junio, 2008, pág. 50. Recuperado el 25 de noviembre de 2020, de: https://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/10/Libertad_igualdad_sostenibilidad.pdf
[3] Puleo, Alicia. 2009. “Ecofeminismo: la perspectiva de género en la conciencia ecologista”. Claves del ecologismo social, pág. 3. Recuperado el 25 de noviembre de 2020, de: http://mujeresenred.net/IMG/pdf/ECOFEMINISMO_LA_PERSPECTIVA_DE_GENERO.pdf
[4] Ibídem. Pág. 4.
[5] Herrero, Yayo. 2015. “Apuntes introductorios sobre el ecofeminismo” Centro de Documentación Hegoa Boletín de recursos de información nº43, junio 2015. Pág. 5 Recuperado el 23 de noviembre de 2020, de: https://addi.ehu.es/handle/10810/21024
[6] Puleo, Alicia. 2008. “Libertad, igualdad, sostenibilidad. Por un ecofeminismo ilustrado.” ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política N.º 38, enero-junio, 2008, pág: 47. Recuperado el 25 de noviembre de 2020, de: https://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/10/Libertad_igualdad_sostenibilidad.pdf
[7] Herrero, Yayo. 2015. “Apuntes introductorios sobre el ecofeminismo” Centro de Documentación Hegoa Boletín de recursos de información nº43, junio 2015. Pág. 4 Recuperado el 23 de noviembre de 2020, de: https://addi.ehu.es/handle/10810/21024
[8] Ibídem. Pág. 5
[9] Muñiz, Elsa. 2014. “Pensar el cuerpo de las mujeres: cuerpo, belleza y feminidad. Una necesaria mirada feminista”. Sociedade e estado, 29(2), pág. 27. Recuperado el 18 de diciembre de 2020, de: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-69922014000200006
[10] Bergére, Marion. 2016. “Ecofeminismo: Violencia de género y maltrato a los animales”. In Derecho Animal. Forum of Animal Law Studies Vol. 7, No. 4, Pág. 11. Recuperado el 11 de diciembre de 2020, de: https://revistes.uab.cat/da/article/view/v7-n4-bergere
[11] El Salto. 27/01/2018. Entrevista. Vandana Shiva: “Este sistema ha destruido el 75% del planeta; si sigue nos dejará un planeta muerto”. Recuperado el 09 de diciembre de 2020, de: https://www.elsaltodiario.com/soberania-alimentaria/vandana-shiva-sistema-destruido-planeta-ecofeminismo-soberania-alimentaria
[12] Maristella, Svampa. 2015. Feminismos del Sur y ecofeminismo. Revista Nueva Sociedad N° 256. Pág. 129. Recuperado el 10 de diciembre de 2020, de: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/59641
[13] Ibídem. Pág. 130.
[14] Silva-Santisteban, Rocío. 2017. Mujeres y conflictos ecoterritoriales. Lima: Entrepueblos, AIETI, Demus Estudios para la defensa de los derechos de la mujer, CMP Flora Tristán y Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Pág. 58. Recuperado el 17 de diciembre de 2020, de: https://www.demus.org.pe/wp-content/uploads/2018/02/Mujeresyconflictos_Convenio.-2017.pdf