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Articulo

Radiación a la Deriva: Japón y su polémico vertimiento de Aguas Radiactivas en el Océano Pacífico bajo la lupa del Derecho Internacional Ambiental

En un acto que ha capturado la atención a nivel internacional, Japón ha iniciado el proceso de vertimiento de aguas radiactivas provenientes de la planta nuclear de Fukushima en el Océano Pacífico. Este acontecimiento ha generado un debate de alcance global, y sus implicaciones suscitan cuestionamientos fundamentales en el campo del derecho internacional ambiental.

En esta editorial, Silvana Domínguez y Brisa Goycochea, miembros del Consejo Editorial del portal jurídico de Conexión Ambiental, emprenden un minucioso examen de las implicaciones de esta crítica coyuntura a través de un análisis jurídico en el marco del derecho internacional ambiental.

Bajo esta misma línea, la finalidad del análisis jurídico es desentrañar las consecuencias legales de la decisión japonesa, evaluando su conformidad con los tratados y acuerdos internacionales diseñados para proteger los océanos y preservar el medio ambiente global. Desde la Convención de Londres hasta los principios fundamentales del derecho internacional, este análisis buscará arrojar luz sobre las complejas dimensiones legales y éticas que rodean el vertimiento en cuestión, mientras explora las posibles repercusiones para la gestión futura de desechos radiactivos a nivel mundial.

Hechos controvertidos

El 11 de marzo de 2023 se conmemoraron 12 años de la tragedia que estremeció a Japón y al mundo. En la ciudad de Fukushima, se sucedieron un terremoto, un tsunami y un accidente nuclear que segaron la vida de aproximadamente 20,000 personas. Este acontecimiento conllevó la migración de numerosos habitantes locales y la implementación de tecnología para remediar los daños causados por la peligrosa radiación emanada debido al incidente en la central nuclear de Daiichi [1].

La Organización Panamericana de Salud (OPS) define un terremoto como un temblor en la tierra causado por el movimiento de ondas, lo que puede dar lugar a diversas manifestaciones, como fallas superficiales, temblores vibratorios, licuefacción, deslizamientos de tierra y tsunamis [2]. La duración del temblor que azotó la ciudad japonesa fue de 6 minutos, con una magnitud de 9.0 en la escala de Richter. Los rascacielos experimentaron fuertes sacudidas, y las placas tectónicas subyacentes provocaron un violento movimiento en el mar. En menos de una hora, se generó un tsunami que afectó la costa norte del país. Las olas alcanzaron aproximadamente los 40 metros de altura, superando la altura de varios malecones. Los residentes de la ciudad de Fukushima tuvieron escasos minutos para evacuar la zona, ya que incluso estas áreas quedaron inundadas por el agua salada [3].

Las medidas tecnológicas de emergencia frente a desastres naturales no lograron prevenir el accidente. Al detectarse las vibraciones del sismo, se procedió al apagado inmediato de 11 reactores nucleares en las 4 plantas de energía, donde las barras de control descendieron hacia los núcleos y la fisión nuclear de uranio cesó. El enfriamiento del combustible nuclear debía mantenerse constante, pero debido a la circunstancia fortuita, este proceso se vio interrumpido, lo que resultó en la dispersión del material radioactivo junto con el agua.

La planta de Fukushima Daiichi, operada por la Tokyo Electric Power Company (TEPCO), planteó la idea de utilizar generadores de emergencia diésel para bombear refrigerante de forma continua hacia estos reactores y controlar el material radiactivo. Sin embargo, una hora después, los generadores, inundados por la presión y el agua, fallaron [4].

Al cesar el funcionamiento de las bombas, el agua comenzó a desbordarse y los reactores se sobrecalentaron. La acumulación de vapor condujo a la liberación de gas hidrógeno, una situación calificada por la empresa como de emergencia, ya que resultó en la contaminación del agua, el aire y los suelos en la región de la central, ubicada a 220 km al noreste de Tokio.

Las rápidas acciones del gobierno permitieron evacuar a miles de personas hacia una zona cercana a la planta de energía. La empresa procedió a ventilar el vapor y liberar radiación, además de inyectar agua de mar, lo que, lamentablemente, causó la corrosión de las bombas y tuberías de los reactores. Esto culminó en una explosión de hidrógeno que afectó al reactor 3 y dañó el almacenamiento de combustible, lo que resultó en un aumento de la radiación y en daños a tres reactores adyacentes [5].

El daño causado por el terremoto resultó en la contaminación del agua en la planta nuclear. A lo largo de los últimos doce años desde el devastador evento, se ha continuado bombeando “agua fresca” para enfriar los restos de combustible en los reactores. Sin embargo, dado que la central está construida en las proximidades del mar, se han producido filtraciones de aguas subterráneas y pluviales. Esto ha llevado a que las aguas residuales radiactivas almacenadas requieran un tratamiento especial [1].

Como parte de sus esfuerzos de restauración, TEPCO asumió la responsabilidad de construir más de 1000 tanques de almacenamiento para contener 1.32 millones de toneladas métricas de aguas residuales radiactivas y tratarlas. No obstante, debido a las limitaciones de espacio en el área, se ha tenido que suspender la implementación de nuevos tanques, anticipando su futura desmantelación y cierre.

A más de una década de la catástrofe nuclear del 11 de marzo de 2011, la población de Japón aún sufre las secuelas del accidente. Los daños a la salud de los habitantes, los daños materiales y los daños al medio ambiente continúan siendo evidentes.

Esto se debe a que las viviendas de la población japonesa quedaron sepultadas bajo 17 metros de olas producto del desastre natural. Además, la radiación emitida como consecuencia del accidente generó lluvia radioactiva con varios radioisótopos volátiles, los cuales perduran en el medio ambiente durante décadas, y varias personas desarrollaron enfermedades relacionadas con la exposición a la radiación.

Decisión de Japón de verter las aguas residuales radiactivas de su central nuclear de Fukushima en el Océano Pacífico

Hace diez días, el 24 de agosto de 2023, el actual primer ministro de Japón, Fumio Kishida, anunció que el Gobierno había tomado la decisión formal de comenzar a verter el agua residual producto del terremoto de 2011. Este terremoto ocasionó daños en los sistemas eléctricos y de refrigeración de la central nuclear de Fukushima.

El proceso de vertimiento de 1.25 millones de toneladas de aguas residuales implica su mezcla con agua limpia para reducir las concentraciones de material radioactivo. Estas aguas se transportarán a través de un túnel submarino de 1 km, ubicado en la costa japonesa, hasta el océano Pacífico durante un período de 2 años. Esto se realizará con la condición de que el recurso haya sido filtrado y despojado de la mayor parte de la radioactividad posible [6].

Posición de las Naciones Unidas frente a la decisión adoptada por Japón

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que el vertimiento de aguas residuales es una acción típica de la actividad nuclear, practicada incluso por países como Estados Unidos. Además, señala que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) será el encargado de supervisar el vertimiento durante y después de su liberación para garantizar la sostenibilidad de las actividades de desmantelamiento en los próximos años [7]. Científicos prevén que la liberación de toda el agua del mar de Fukushima llevará en total tres décadas.

La posición de la ONU sobre el tema ha variado con el tiempo. Por ejemplo, el 9 de marzo de 2021, se informó que hubo un aumento en los casos de cáncer de tiroides en niños debido a la radiación [8].

Sin embargo, dos días después, un equipo de expertos de la ONU catalogó que la planta nuclear albergaba agua contaminada que representaba un grave riesgo ambiental, por lo que consideraron que “sería inaceptable liberarla en el Océano Pacífico” [9].

Un mes después, el 13 de abril, la ONU adoptó una postura neutral respecto a las prácticas internacionales, calificando el caso como “complejo”. Actualmente, el vertimiento ha comenzado, ya que la OIEA ha dado luz verde a la Tokyo Electric Power Company (TEPCO), aunque la decisión no cuenta con el respaldo de países vecinos como China y Corea del Sur.

Reacción de la comunidad internacional frente a la decisión de Japón

Ante la decisión tomada por el Gobierno japonés de liberar estas aguas en el espacio marítimo, la comunidad internacional ha manifestado una amplia variedad de respuestas. Por un lado, Estados Unidos, como aliado cercano de Japón, ha brindado un continuo respaldo a la nación nipona desde 2021. Han elogiado la transparencia de la decisión japonesa y han reiterado que esta se basa en los principios de la seguridad nuclear a nivel global [6].

Por otro lado, organismos medioambientales en conjunto con la sociedad civil han expresado su rechazo al reciente anuncio del Gobierno, considerando que el agua vertida contiene partículas radioactivas, como el carbono-14, el tritio y otros isótopos radiactivos, como el estroncio-90, que podrían afectar irreversiblemente los ecosistemas marinos [10].

No obstante, contrario a lo manifestado por organismos medioambientales, Taiwán aceptó que la cantidad de tritio liberada tendría un impacto “mínimo”. Sin embargo, algunos gobiernos, ante el temor de posibles efectos negativos del vertimiento, han prohibido incluso la importación de alimentos procedentes de algunas zonas de Japón, incluida Fukushima [6].

Finalmente, el impacto social de esta decisión política ha generado preocupación en comunidades pesqueras de Japón y Corea del Sur, ya que no consideran viable que los consumidores impulsen el mercado, debido al temor a la contaminación de las aguas. Esto podría suponer un retroceso económico tanto a nivel nacional como internacional para el país.

Análisis de la casuística detallada bajo el umbral del derecho internacional

Desde una perspectiva legal a nivel internacional, se vislumbran importantes implicaciones como resultado de esta decisión. En primera instancia, se observaría una posible contravención de varios acuerdos y tratados internacionales relacionados con el medio ambiente. Un caso destacado es la Convención sobre la Prevención de la Contaminación del Mar por Vertimiento de Desechos y Otras Materias, conocida como la Convención de Londres. Este tratado de alcance internacional prohíbe expresamente la disposición de desechos radiactivos en el mar y establece regulaciones rigurosas para la eliminación de desechos peligrosos en el océano.

En el contexto del caso de estudio actual, si se llegara a determinar que las aguas residuales radiactivas provenientes de Fukushima no cumplen con los estándares establecidos por esta convención, podría considerarse una violación del derecho internacional ambiental. Esto se debe a que, a pesar de la afirmación de Japón de que someterá a estas aguas a un proceso de tratamiento y dilución antes de su vertido [12], con el fin de minimizar el impacto potencial de la radiación en el Océano Pacífico, el acto mismo de depositar estos materiales en este cuerpo de agua conlleva la posibilidad inherente de generar un desequilibrio ecológico en él.

Es importante destacar que, en opinión de las autoras de este análisis, muy a pesar de los esfuerzos por tratar y diluir los contaminantes, se debe tener en cuenta que algunos elementos tóxicos podrían persistir en el medio ambiente, con potenciales efectos perjudiciales tanto en la vida marina como en la salud de los ecosistemas.

Otro instrumento jurídico relevante en este contexto es la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB). La CDB enfatiza la necesidad imperante de conservar y proteger la diversidad biológica en los ecosistemas marinos y costeros. En consonancia con los objetivos de la CDB, si el vertimiento de aguas residuales radiactivas resulta en un impacto negativo sobre estos ecosistemas y la biodiversidad marina, podría ser objeto de escrutinio en términos de su conformidad con esta convención. Esta situación plantearía preocupaciones relacionadas con el incumplimiento de las disposiciones de la CDB, que instan a tomar medidas destinadas a prevenir daños a la biodiversidad, particularmente en los entornos marinos.

En coherencia con lo presentado hasta este punto, en vista del escenario que ha sido desplegado por Japón y la resistencia que ha encontrado en ciertos sectores de la comunidad internacional, resulta crucial examinar si el acto de vertimiento podría constituir una transgresión al principio de precaución, un principio de fundamental relevancia en el derecho ambiental internacional. Este principio establece que, cuando exista la posibilidad de ocasionar daños graves o irreversibles al medio ambiente, la falta de certeza científica no debe utilizarse como justificación para posponer medidas preventivas.

Por último, y bajo la línea de lo argumentado, Japón podría estar incumpliendo con dicho principio al no considerar ni implementar alternativas menos perjudiciales para el cuerpo de agua afectado y los ecosistemas que dependen de él, antes de proceder con el vertimiento de aguas residuales radiactivas. Esta afirmación se sustenta en el hecho de que el vertido de dichas aguas residuales radiactivas conlleva un riesgo sustancial para la preservación de la flora y fauna en el cuerpo de agua en cuestión.

Conclusiones

Conforme a lo expuesto, se comprende que el proceso de vertimiento de aguas residuales radiactivas de Fukushima ha suscitado diversas implicaciones en el contexto del derecho internacional ambiental. Aunque Japón ha recibido la aprobación de las Naciones Unidas para llevar a cabo esta acción, la comunidad internacional ha reaccionado de manera heterogénea y controversial.

Por un lado, Estados Unidos y Taiwán han respaldado la medida japonesa, argumentando que se han implementado precauciones para minimizar el impacto ambiental y que se ha considerado la seguridad nuclear a nivel global. No obstante, no se puede pasar por alto el potencial impacto adverso que este vertimiento podría tener en la biodiversidad marina que habita en la región. En consecuencia, tanto China como Corea del Sur han expresado enérgicas objeciones, preocupadas por los posibles riesgos medioambientales y por la falta de consulta adecuada.

El análisis de la medida en sí misma pone de manifiesto un dilema entre la seguridad nuclear y la protección del entorno marino. Aunque Japón sostiene que el tratamiento y la dilución reducirán los niveles de radiación, expertos y organizaciones internacionales dedicadas al medio ambiente advierten acerca del riesgo de desequilibrio ecológico y daños a la biodiversidad marina.

En última instancia, este caso subraya la complejidad y las tensiones inherentes al derecho internacional ambiental y a la gestión de residuos radiactivos a nivel global. La resolución de este problema requerirá un diálogo constante entre las partes involucradas y una evaluación minuciosa de los riesgos y beneficios en términos de medio ambiente, salud pública y seguridad nuclear. El caso de las aguas residuales radiactivas de Fukushima continuará siendo un tema relevante en la agenda internacional en los años venideros.

Referencias bibliográficas

[1] BBC, News Mundo. (10 de marzo de 2021). Fukushima: la devastación del terremoto, tsunami y accidente nuclear 10 años después. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-56350622

[2] Organización Panamericana de la Salud. (s.f). Terremotos. https://www.paho.org/es/temas/terremotos

[3, 4 y 5]  National Geographic. (11 de marzo de 2021). El trágico legado de Fukushima: suelo radiactivo, fugas permanentes y preguntas sin respuesta. https://www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2021/03/el-tragico-legado-de-fukushima-10-anos

[6] CNN, Español. (23 de agosto de 2023). ¿Por qué verterá Japón agua radioactiva de Fukushima al mar? ¿Qué peligros hay? https://cnnespanol.cnn.com/2023/08/23/por-que-vertira-japon-agua-radioactiva-fukushima-mar-que-peligros-hay-trax/ 

[7] Deutsche Welle (DW) Made for minds. (09 de marzo de 2021). ONU afirma que radiación de Fukushima no afectará la salud. https://www.dw.com/es/expertos-de-la-onu-afirman-que-radiaci%C3%B3n-de-fukushima-no-traer%C3%A1-efectos-negativos-sobre-la-salud/a-56819160

[8]  Deutsche Welle (DW) Made for minds. (12 de marzo de 2021). Equipo ONU: agua contaminada de Fukushima es un grave riesgo.https://www.dw.com/es/agua-contaminada-de-fukushima-es-un-grave-riesgo-seg%C3%BAn-la-onu/a-56845402

[9] National Geographic. (20 de agosto de 2023). Japón ha comenzado a verter al mar las aguas tratadas de Fukushima. https://www.nationalgeographic.com.es/medio-ambiente/japon-vierte-pacifico-aguas-residuales-fukushima-deberiamos-preocuparnos_20303

[10] BBC, News Mundo. (13 de abril de 2021). Fukushima: Japón aprueba un polémico plan para liberar aguas residuales al océano. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-56727528

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