El teletrabajo como herramienta de mitigación del cambio climático

Escribe: Héctor Navarro

Introducción

A causa del brote del COVID-19, el Estado peruano dispuso mediante Decreto Supremo No. 044-2020-PCM, el Estado de Emergencia Nacional, restringiendo el ejercicio de los derechos constitucionales relativos a la libertad y la seguridad personales, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de reunión y de tránsito en el territorio, exceptuando determinadas actividades necesarias para la prestación y acceso a servicios y bienes esenciales.[1] Medidas similares se han tomado en países y ciudades en todo el mundo, con diferentes características dependiendo de la gravedad de la pandemia.

Debido a la inmovilización que dicha medida supone, posteriormente, se publicó el Decreto de Urgencia No. 026-2020, el cual establece (además de otras normas posteriormente publicadas) diversas medidas excepcionales y temporales para prevenir la propagación del COVID-19 en el territorio nacional, entre ellas, el teletrabajo para trabajadores del sector público y privado, sin afectar la naturaleza del vínculo laboral, la remuneración, y demás condiciones económicas salvo aquellas que, por su naturaleza, se encuentren necesariamente vinculadas a la asistencia al centro de trabajo, o cuando estas favorezcan al trabajador.[2]

Esta crisis sanitaria global ha dejado en evidencia la existencia de dicha modalidad laboral, utilizada de manera recurrente en diversas formas de trabajo en los últimos años por distintos países, incluyendo el Perú. En la actualidad, existen diversas soluciones en tecnologías de la información y comunicación (TIC) que permiten a los empleados trabajar desde sus casas, con la misma eficiencia que tendrían si estuvieran trabajando desde sus oficinas, además de tener otros grandes beneficios.

Más allá de ello, es importante preguntar ante cualquier crisis coyuntural, ¿qué prácticas podemos rescatar de esta situación?, ¿Dichas prácticas deberían perdurar en el tiempo y volverse cotidianas? Y, ¿cómo afectaría o beneficiaría al país la realización de dichas prácticas de manera permanente? Concretamente en este caso, se busca analizar la medida temporal tomada por el Gobierno peruano sobre el esquema del teletrabajo.

Ante ello, el presente artículo permitirá analizar de qué manera el teletrabajo, como dinámica permanente, supondría una herramienta de mitigación para combatir el cambio climático, reduciendo el impacto generado por las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)[3] de los individuos y organizaciones, al atacar dos principales aspectos: la problemática de la movilización vehicular en el espacio urbano y el consumo de recursos de los centros de trabajo.

Algunos alcances sobre el teletrabajo

En primer lugar, es necesario tener como premisa que no existe una definición única del teletrabajo. En líneas generales, se debe tener en consideración que son dos los elementos característicos a partir de los cuales se puede definir a esta modalidad laboral. El primer elemento es la localización del trabajador, la cual será total o parcialmente independiente del empleador. El segundo elemento es el uso activo de TIC tales como computadoras, correo electrónico, celulares, entre otras, para llevar acabo las actividades propias de la función, tanto del empleador como del trabajador.[4]

A la luz de ello, debemos tener en cuenta que, también existirán distintas modalidades de teletrabajo, entre las cuales se encuentran (i) el teletrabajo en casa o doméstico, (ii) el teletrabajo en telecentros u oficinas satélite, y (iii) el teletrabajo móvil, es decir donde la localización será cambiante, pudiéndose desarrollar en cafés, espacios de coworking, entre otros. En esta ocasión, será de relevancia evaluar el impacto de las dos primeras modalidades señaladas.[5]

En el Perú, la modalidad del teletrabajo se encuentra regulada en la Ley No. 30036 y su Reglamento, aprobado por Decreto Supremo Nº 009-2015-TR. Dichas normas regulan dos modalidades de teletrabajo para el sector público y privado: a) la forma completa y b) la forma mixta. Asimismo, dispone el pago de la compensación por las condiciones de trabajo asumidas por el teletrabajador. Por otro lado, la norma encarga a la Autoridad Nacional del Servicio Civil – SERVIR la definición de la cuota mínima de los puestos en el sector público a los que se aplicará el teletrabajo.

Aumento de la flexibilidad del trabajo, reducción de gastos, capacitación constante, mayor productividad, posibilidad de gestionar de mejor manera la vida personal y familiar de cada trabajador, son algunas de las principales ventajas del teletrabajo, además de ser un importante elemento de inclusión laboral. En distintos países, el teletrabajo ha servido como herramienta de inclusión para eliminar barreras originadas por el género y la discapacidad. De esta manera, centenares de mujeres en el mundo han podido insertarse de manera progresiva en el mundo laboral, situación que no les era posible por dedicarse la mayor parte del día a tareas domésticas. En el caso de personas con discapacidad, han podido acceder a ofertas laborales, sin descuidar ni poner en riesgo su salud.[6]

Una aproximación al cambio climático en el Perú

De acuerdo con la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica 2014-2021 del Ministerio del Ambiente (MINAM), el Perú es uno de los países más vulnerables ante las consecuencias del cambio climático, debido a la gran cantidad de recursos que se podrían encontrarse amenazados: 27 de los 32 climas del mundo, 84 de las 117 zonas de vida identificadas en el planeta, 777 especies de flora y 301 especies de fauna silvestre, patrimonio cultural, diversidad genética y cultivos, entre otros.[7]

En diciembre de 2015, más de 195 países parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), asistieron a su Conferencia número 21 (COP21) a celebrarse en París, para lograr un exitoso Acuerdo Climático vinculante, con la finalidad de frenar las emisiones de GEI que producen el calentamiento global. Los países firmantes se comprometieron a cumplir con sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), mecanismo clave para medir qué está realizando cada país en materia de cambio climático.[8]

Ante ello, el 17 de abril de 2018, el Perú aprobó la Ley No. 30754, Ley Marco de Cambio Climático, y, posteriormente el 31 de diciembre de 2019, mediante Decreto Supremo No. 013-2019-MINAM, aprobó su Reglamento. Dicho marco legal e institucional, diseña los instrumentos y estrategias, para reducir esta vulnerabilidad, así como generar oportunidades de crecimiento bajo en carbono. Dicho trabajo se ejecutará bajo una acción climática multisectorial, multinivel y multiactor, tomando en consideración los enfoques de género, interculturalidad e intergeneracional, con el fin de cumplir con los compromisos asumidos por el Perú ante la CMNUCC.

En ese sentido, son dos los tipos de estrategias para hacer frente a los efectos del cambio climático: la adaptación y la mitigación.[9] La primera estrategia implica que se realicen ajustes en sistemas humanos o naturales como respuesta a estímulos climáticos previstos o reales; es decir, para lidiar contra estos. En la segunda, el hombre a través de su intervención ejecutará medidas para reducir las fuentes de GEI o mejorará los sumideros de estos. Dichas estrategias están inherentemente vinculadas con las NDC, las cuales estarán definidas en los diferentes instrumentos de gestión como lo son la Estrategia Nacional ante el Cambio Climático, las Estrategias Regionales ante el Cambio Climático, Planes Locales de Cambio Climático, entre otros.

Ante este escenario, la dinámica del teletrabajo podría enmarcarse como una herramienta de mitigación del cambio climático, debido a la reducción de emisiones de GEI, por los motivos que se expondrán a continuación.

La contaminación ambiental en la movilización urbana

En ciudades como Lima, la masiva actividad vehicular genera el principal agente de contaminación ambiental: la quema de combustibles fósiles. De acuerdo al informe Smart 2020 elaborado por The Climate Group, dejando de lado las emisiones causadas por la deforestación, la generación de energía y los combustibles utilizados para el transporte aparecen como los mayores emisores de GEI causadas por los seres humanos.[10]

Miles de trabajadores del área urbana se desplazan diariamente hacia sus centros de labores a través de vehículos motorizados, ya sea por medio de transporte privado o público. El observatorio ciudadano Lima Como Vamos, en su “Décimo Informe Urbano de Percepción sobre Calidad de Vida en la Ciudad del Observatorio” señala que, el 65.3% de limeños usa algún medio de transporte público colectivo para moverse (buses, combis o cúster, colectivos, Metropolitano, Metro de Lima y/o corredores complementarios). En cuanto al transporte privado individual llega a sumar solo un 12.7%, así como el transporte público individual, que es de solo un 6.4% y está compuesto por los viajes en taxi y moto taxi.[11]

De acuerdo a la “Tercera Comunicación Nacional del Perú a la CMNUCC”, preparada por el MINAM en el 2016, se afirma lo siguiente:

“El parque automotor peruano muestra un crecimiento sostenido, encontrándose en circulación 2,22 millones de vehículos al 2013, de los cuales el 65 % se concentra en la ciudad de Lima. […] El número de vehículos se duplicó desde 2000, y la edad promedio de la flota vehicular es de 14 años; el resultado son altos niveles de emisiones de gases contaminantes y GEI, las cuales aumentaron en casi un 50 % durante la última década en este sector.” Dichas cifras están lejos de ser esperanzadoras.

Ciertamente, entre los principales contaminantes del aire emitidos por los vehículos motorizados se encuentran el dióxido de azufre (SO), el monóxido de carbono (CO), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el material particulado (PM), siendo este último el más riesgoso para la salud: se estima que, la contaminación del aire exterior se convertirá en la mayor causa ambiental de muerte prematura en las próximas décadas[12], además de afectar la función reguladora del clima de la atmósfera, lo que trae como consecuencia el calentamiento global.

El último reporte del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero con año base 2014– (INGEI 2014), arrojó como resultado que el transporte en el Perú producía 17,360.3 GgCO2eq de emisiones de GEI, representando el 10.4% del total de emisiones a nivel nacional. La principal fuente de emisión es la subcategoría transporte terrestre con 16,139.5 GgCO2eq representando el 92.8% de las emisiones del sector transporte. Las emisiones del sector transporte en el año 2014 se incrementaron en un 75.0% respecto al año 2000 y un 5.8% respecto al año 2012, lo que supone un aumento progresivo de la contaminación ambiental en Lima, sobre todo con un parque automotor con falencias en su regulación y poca preocupación por la autoridad metropolitana para tomar acciones para combatir la contaminación.[13]

Como se aprecia, el teletrabajo supondría una disminución considerable en el desplazamiento de los trabajadores a sus centros de labores, y, por consiguiente, una disminución en las emisiones de GEI. Esta dinámica no supone que los empleados varíen por completo su modalidad de trabajo de presencial al teletrabajo todos los días de su jornada. La disminución de emisiones se vería reflejada bastando que se realicen las labores desde casa dos o tres veces por semana, y solo asistiendo al centro de labores para actividades puntuales. Por ello, el uso de las TIC, como el correo electrónico o plataformas de videoconferencia, son de gran utilidad para estructurar dinámicas de reuniones o seguimiento de pendientes entre el trabajador y el empleador.

Recientemente, el MINAM informó sobre la calidad del aire en Lima durante el periodo de cuarentena. Los resultados mostraron que, respecto a promedios semanales de medición de calidad de aire durante marzo del 2018, todos los rangos se encontraron por encima de 30 µg/m3 del parámetro de material particulado PM 2,5. Para el 2019, en el mismo mes se registraron en la última semana un valor ligeramente más bajo de 24 µg/m3. A comparación de ambas mediciones, en el mes de marzo 2020, no se ha registrado ningún promedio semanal por encima de 20 µg/m3.[14]

Si bien es cierto, dicha medición en Lima no se ha llevado a cabo para evaluar alguna política en especial, existen diversos estudios desde inicios de los años 90 en Inglaterra, Estados Unidos y China, entre otros países, sobre la mejora calidad de aire en determinadas ciudades gracias a la implementación del teletrabajo[15]. Esta información local refleja lo que nos deja de evidencia el COVID-19: la implementación del teletrabajo (en este caso, forzado) ha servido para mostrarnos las ventajas ambientales de esta dinámica y lo provechoso que puede ser para la atmósfera si las organizaciones analizarán más sus beneficios y la forma en cómo están contribuyendo con el desarrollo sostenible.

El uso de energía y recursos en los centros de trabajo

Toda empresa u organización, sea pública o privada, tiene necesidades mobiliarias e inmobiliarias, lo que a su vez influye en el consumo de energía y en la emisión de contaminantes a la atmósfera. Si bien es cierto, la utilización de energía será trasladada al domicilio del teletrabajador, su consumo será menor a lo que se utiliza en un edificio u oficina convencional. Además, en principio, no será necesario rentar oficinas de gran tamaño, ya que las áreas de trabajo serán ahora las casas de los empleados.[16]

Un claro ejemplo de consumo de energía es el uso de aire acondicionado. Este artefacto es necesario en espacios donde se almacena gran cantidad de computadoras y equipos informáticos en general, así como donde existe gran presencia de personas. El recalentamiento del área de trabajo puede ocasionar accidentes, como incendios, así como el hecho de que sea insostenible trabajar en un espacio con altas temperaturas. Al realizar el teletrabajo, no será necesario incluir en la factura energética los gastos por el uso de aire acondicionado en las oficinas, ya que el teletrabajador no necesitará instalar dicho artefacto en su casa.

Asimismo, las oficinas cuentan con espacios comunes, los cuales requieren que se habilite energía eléctrica a pesar de que no sean utilizados, tales como pasadizos, salas de espera o recepción, zona de cafeterías, entre otras. Para contabilizar la inversión energética en este aspecto, se debe tener en cuenta variables tales como la potencia de los focos, número de lámparas y número de horas a la semana que están encendidas. A ello debemos sumar la cantidad de horas en las que se encuentran habilitados los ordenadores, monitores, impresora, escáner, teléfono inalámbrico, entre otros.

A partir del uso organizacional de las plataformas virtuales, las empresas solo requerirán la construcción y el uso de espacios para reuniones o conferencias, de manera excepcional. Sin embargo, es importante también generar hábitos de consumo responsable, para que el traslado de la factura energética sea provechoso y se vean resultados de reducción totalmente tangibles, y en concordancia con la reducción de la huella de carbono.

Conclusiones

La implementación del teletrabajo, como se ha podido resumir en este artículo, tiene gran cantidad de beneficios, pero también muchos retos por asumir, no solo por los empleadores, sino también por el Estado. La normativa peruana sobre el teletrabajo tiene múltiples críticas, las cuales deben ser atendidas. Existen, también, múltiples retos en materia climática, los cuales se esperan que vayan implementándose en corto y mediano plazo. Sin embargo, se debe trabajar a partir de las oportunidades para desarrollar aquellas falencias que tiene esta dinámica.

Las empresas, desde inicios de este siglo, han empezado a ver a sus inversiones desde un enfoque sostenible, quizás basadas en índices de reputación empresarial. Sin embargo, la anhelada sostenibilidad tiene que encontrarse engranada en sus tres ámbitos: social, económico y ambiental. En tal sentido, las operaciones de todo negocio deben intentar encontrar la consecución de sus objetivos empresariales a partir de una cultura organizacional que involucre a sus empleados en la construcción no solo de una “empresa verde o sostenible”, sino en una sociedad comprometida con la protección del ambiente.

En el Perú, existen ejemplos de modalidad de teletrabajo como son los casos del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) y la organización no gubernamental Fondo Mundial para la naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Modelos que no son de jornadas totales, sino que abarcan algunos días de la semana o aplicables para determinado tipo de empleados. Además, cuentan con una política interna de teletrabajo definida, lo cual genera seguridad y garantía del cumplimiento de los derechos laborales y estructura los beneficios de la implementación del programa.[17]

Referencias

[1] El Estado de Emergencia Nacional inició el 16 de marzo y se prorrogó por 13 días más, hasta el 12 de abril de 2020, a través del Decreto Supremo No. 051-2020-PCM. Posteriormente, se prorrogó hasta el 26 de abril de 2020, a través del Decreto Supremo No. 064-2020-PCM.

[2] La medida de trabajo remoto dispuesta en dicho decreto de urgencia determinó una serie de obligaciones tanto del empleador como del empleado relacionadas al uso de dispositivos necesarios para llevar a cabo las funciones, en materia de seguridad y salud ocupacional, y en seguridad de la información, protección y confidencialidad de datos. Las mismas disposiciones aplicaban para las modalidades formativas laborales; es decir, para las prácticas pre profesional y profesional, entre otras.

[3] De acuerdo a lo establecido en el marco del Protocolo de Kioto, los gases de efecto invernadero que causan el calentamiento son el dióxido de carbono, (CO2), el gas metano (CH4), el dióxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarburos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).

[4] Verano Tacoronte, Domingo; Suárez Falcón, Heriberto; Sosa Cabrera,Silvia (2014). El teletrabajo y la mejora de la movilidad en las ciudades, Investigaciones Europeas de Dirección y Economía de la Empresa (IEDEE), ISSN 1135-2523, Elsevier, Amsterdam, Vol. 20, Iss. 1, pp. 41-46, http://dx.doi.org/10.1016/j.iedee.2013.03.002

[5] Sánchez, A. M., Pérez, M. P., Jiménez, M. J. V., & de Luis Carnicer, M. P. (2003). Análisis del impacto del teletrabajo en el medio ambiente urbano. Boletín Económico de ICE, (2753).

[6] Culqui Fernandez, A., & González Torres, A. (2016). El Teletrabajo: Una Innovadora Forma de Organización del Trabajo, una Herramienta de Inclusión Laboral y su Regulación Jurídica en el Perú. Derecho & Sociedad, (46), 95-109.

[7] Ministerio del Ambiente (2014). Estrategia Nacional de Diversidad Biológica al 2021 (EPANDB).

[8] García, David (2016). El sector privado en el Perú y su contribución al desarrollo sostenible. Avances y desarrollo frente a la acción climática. Reporte 2015. Libélula Comunicación, Ambiente y Desarrollo

[9] Wieland, Patrick (2017). Introducción al Derecho Ambiental. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.

[10] The Climate Group (2008). SMART 2020: Hacia la economía con niveles bajos de carbono en la era de la información.

[11] Asociación UNACEM (2019). Lima y Callao según sus ciudadanos: Décimo Informe Urbano de Percepción sobre Calidad de Vida en la Ciudad.

[12] Tapia, Vilma, Carbajal, Luz, Vásquez, Vanessa, Espinoza, Rocío, Vásquez-Velásquez, Cinthya, Steenland, Kyle, & Gonzales, Gustavo F. (2018). Reordenamiento vehicular y contaminación ambiental por material particulado (2,5 y 10), dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno en Lima Metropolitana, Perú. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Publica, 35(2), 190-197. https://dx.doi.org/10.17843/rpmesp.2018.352.3250.

[13] El INGEI es administrado por el MINAM, a través de la plataforma virtual de transparencia INFOCARBONO. Para mayor detalle, acceder a www.infocarbono.minam.gob.pe .

[14] Actualidad Ambiental (2020). Minam: calida de aire en Lima durante cuarentena alcanzó niveles que recomienda OMS. Recuperado el 29 de marzo de 2020, de  https://www.actualidadambiental.pe/minam-calidad-de-aire-en-lima-durante-cuarentena-alcanzo-niveles-que-recomienda-oms/

[15] Entre los principales estudios encontramos los realizados por Mokhtarian y Salomon en 1997, Fuch en el 2008, y Litman en el 2013.

[16] PÉREZ, M. P., SÁNCHEZ, Á. M., CARNICER, M. P. D. L., & JIMÉNEZ, M. J. V. (2003). El impacto medioambiental del teletrabajo. Factores determinantes y estudio de un caso. Economa Industrial, Universidad de Zaragosa, 351, 143-156.

[17] OEFA (2019). Manual de teletrabajo – OEFA. Recuperado el 11 de abril de 2020 de, https://www.oefa.gob.pe/?wpfb_dl=36140

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