Día Interamericano del Agua: cuando preocupante es decir poco

En 1992 fue firmada la Declaración del Día Interamericano del Agua (bajo la denominación de “Día de la gestión responsable del agua”, cuyo sigla es DIAGUA) en el XXIII Congreso Interamericano de AIDIS, celebrado en la Habana, Cuba. Posteriormente, se pasó a celebrar este día en la primera semana de octubre, específicamente, el día sábado. Todo lo cual, a partir de la iniciativa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (AIIS) y la Asociación Caribeña de Agua y Aguas Residuales (CWWA) [1]. En el año 2002 se incorporó a esta iniciativa la Organización de los Estados Americanos (OEA]. Esta celebración tiene como propósito, principalmente, sensibilizar a la población en cuanto a la importancia de la conservación del recurso agua, llamar la atención sobre los problemas relacionados con el abastecimiento de agua potable y de esta manera poner en alerta a gobiernos, organismos y privados, respecto a la necesidad de mejorar el suministro de agua potable[2].

Pese a que nuestro planeta sea conocido como el planeta azul (pues la superficie terrestre está cubierta de agua en un 70%), de todo el agua que lo conforma, sólo el 2.5% es agua dulce, y de esto es consumible el 1%[3]. A nivel mundial, al 2019 alrededor de 2200 millones de personas (1100 en 2012) carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura, y 4400 millones, carecen de servicios de saneamiento adecuados [4]. De esta manera, al menos 1800 millones de personas en el mundo utilizan una fuente de agua potable contaminada con materia fecal [5], y en razón de esto, 297 000 niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable, que bien puede ser prevenido a partir del saneamiento gestionado de forma segura. Por esto la gestión del agua es vital, pues es necesario revertir la situación actual mencionada, respecto al acceso a servicios de agua potable. Así lo constatan los firmantes de la Declaración del DIAGUA, siendo que, pese a que los territorios de América Latina y el Caribe tienen abundancia de recursos hídricos (en contraste con otras regiones), el agua no está uniformemente distribuida entre y en los países [2]. Pese a ser un recurso natural esencial, no está siendo administrado y protegido de forma óptima. El acceso a agua potable o sus servicios es problemático, especialmente para las regiones más pobres.

Aterrizando la situación del agua al ámbito nacional, la situación parece distar de ser la mejor. Según la Autoridad Nacional del Agua, el Perú, es un “Paraíso del agua” al ocupar el octavo lugar en el ranking mundial de países con mayor cantidad de agua (1.89 % de la disponibilidad de agua dulce del mundo) [6]. Y es que, además del Amazonas y el Titicaca, el Perú cuenta con miles de lagunas y cientos de ríos, con la mayor cantidad de glaciares tropicales del mundo[1]. Pese a esto, y pese requerirse equidad en la distribución del recurso del agua, esta se encuentra distribuida de manera heterogénea, siendo que el 66% de la población solo cuenta con una disponibilidad de 2,2% de acceso al agua [6]. Particularmente, los hogares del área rural (38,6 %) y de la selva (55 %) presentan los menores porcentajes de acceso al agua proveniente por red pública [3]. Si bien Lima es el área Metropolitana donde menos llueve en el mundo, el 93% cuenta con un suministro de agua potable y un 90% con servicio de alcantarillado; el otro 10%, vierte sus residuos directamente en el medio ambiente [7], lo cual es preocupante en tiempos de pandemia, y en particular, de contagio por coronavirus. 

Pese a la riqueza hídrica peruana, su cada vez más creciente escasez es una situación alarmante. Existen factores involucrados, como la deforestación, el mal uso del agua (un limeño gasta diariamente 251 litros de agua, el doble que lo que un Suizo en el mismo periodo) y el calentamiento global [3]. A medida que las ciudades crecen, la agricultura requiere ser potenciada, mediante Proyectos Agroexportadores y la expansión industrial, todo previsto en los tratados de libre comercio, lo que al final conlleva a una demanda de agua cada vez mayor. Así, la agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua [4]. Junto a esto, el cambio climático ha ocasionado el incremento de la temperatura que trae como consecuencia un gran impacto en el abastecimiento del agua potable, especialmente en la región costera del Perú. 

Con todo lo señalado, es preciso recordar que el agua no es un privilegio (aunque puede parecer así), sino un derecho. Así lo entiende la Ley de reforma constitucional, Ley N° 30588, que reconoce el derecho de acceso al agua como derecho constitucional, siendo que toda persona tiene el derecho a acceder de forma progresiva y universal al agua potable; para esto, el Estado debe priorizar el consumo humano sobre otro usos, así como promover el manejo sostenible del agua. A nivel internacional, el 28 de julio de 2010, a través de Resolución 64/292 [8], la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció de forma explícita el derecho humano al agua y al saneamiento, recalcando la esencialidad de un agua potable limpia y el saneamiento para la realización de todos los derechos humanos. Así mismo, se exhorta a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros, así como a propiciar la capacitación y la transferencia de tecnología, en particular a los países en vías de desarrollo. También, el Tribunal Constitucional, en la sentencia del Exp. N° 6546-2006-PA/T, enfatiza que el acceso a agua potable en cantidad suficiente y la salud son elementos sustanciales del derecho a un ambiente saludable. 

Hasta este punto, cabe recordar que para la ONU, el suministro de agua potable y la depuración de las aguas sucias es el sexto de los objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030[9]. En esa línea, durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski fue publicado el Plan Nacional de Saneamiento 2017-2021, con el objetivo de conseguir el acceso y cobertura universal a los servicios de saneamiento [7]. El presupuesto previsto para esta plan asciende a 49.000 millones de soles; sin embargo, a enero de 2021, se han ejecutado 14.500 millones. Nuevamente, solo en Lima, de los 700 millones de m3 anuales de agua potable, 175 no se facturan debido a las conexiones clandestinas, roturas o filtraciones de tuberías. Si la situación es así de preocupante en la capital, es imperativo ampliar la mirada para el correcto aprovechamiento de los recursos hídricos a nivel nacional. La falta de acceso al agua potable afecta a los asentamientos humanos en la periferia de Lima, y para los pueblos indígenas, los conflictos con industrias extractivas exacerban esta situación. Respecto a esto último, la minería a tajo abierto corta circuitos de agua subterránea y daña acuíferos, entre otros efectos colaterales que afectan el entorno natural [10].

Lo señalado previamente, denota el llamado racismo ambiental y la miopía economicista, en donde empresas y el Estado mismo guardan para sí los beneficios, mientras las poblaciones vulnerables son las más perjudicadas. Este actuar, descarta un enfoque de derechos humanos, en donde en lugar de proveer agua a las poblaciones, se lleva a cabo el deterioro de sus fuentes naturales. Esto puede ser evaluado a partir del derecho de igualdad y no discriminación, reconocido en la Constitución y, dentro de otros instrumentos internacionales, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su artículo 2, párrafo 2. De esta manera, la discriminación en el acceso al agua potable se puede reflejaren leyes y políticas, en una limitada participación en la adopción de decisiones o en la falta e protección a las poblaciones más vulnerables.

Sin duda la situación en cuanto al acceso al agua a nivel mundial es complicada. En el Perú, la situación se agrava a partir de la discriminación respecto al acceso al agua en los hogares rurales y la contaminación que perjudica particularmente a poblaciones vulnerables como las poblaciones indígenas. Es necesario reflexionar al respecto, así como tomar acciones inmediatas, que involucran la identificación de fuentes de agua, modernización de las redes de distribución y, evidentemente, inversión.

Referencias:

[1] Servindi. (2012, 06 de octubre). América: El primer sábado de octubre se celebra el Día Interamericano del Agua.Recuperado de: https://www.servindi.org/actualidad/74025 

[2] AIDIS. (2021). DIA A 2021 – Día Interamericano del Agua. Recuperado de: https://aidisnet.org/event/diaa-2021/ 

[3] Tabra, S. (2013, 22 de marzo). La preocupante y desigual situación del agua en el Perú. Servindi. Recuperado de: https://www.servindi.org/actualidad/84511 

[4] Naciones Unidas. (2021). Water. Recuperado de: https://www.un.org/site-search/?query=agua 

[5] Banco Mundial. (2016, 09 de julio). En la región con más agua, millones no tienen baño. Recuperado de: https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/08/11/saneamiento-peru-banco-mundial-en-la-region-con-mas-agua-millones-no-tienen-bano 

[6] Autoridad Nacional del Agua. (S/F). El agua en cifras. Recuperado de: https://www.ana.gob.pe/contenido/el-agua-en-cifras#:~:text=El%20Per%C3%BA%20cuenta%20con%20tres,2%20%25%20de%20acceso%20al%20agua

[7] Saúl, R. (2021, 15 de marzo). Situación del agua potable y el alcantarillado en el Perú. Iagua. Recuperado de: https://www.iagua.es/blogs/rafael-saul-lara-rivas/situacion-agua-potable-y-alcantarillado-peru 

[8] Asamblea General de las Naciones Unidas. (2010, 28 de julio). 64/292. El derecho humano al agua y el saneamiento. Recuperado de: United Nations Official Document

[9] Naciones Unidas. (s/f). Objetivos de Desarrollo Sostenible. Recuperado de: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/ 

[10] Comisión RSU-Facultad de Derecho PUCP. (2021, 22 de marzo). Entrevista a Patricia Urteaga [entrevista]. Subcomisión de Medio Ambiente y Sostenibilidad. https://fb.watch/7YGlhmo-Oy/ 

 

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