Escrito por Gianella Livia Riquero, miembro extraordinario del Equipo de Derecho Ambiental de la PUCP.
En las últimas décadas se ha podido apreciar un incremento de la conciencia ambiental en la sociedad global, lo que se ha traducido en un incremento de políticas a nivel internacional para el cuidado del ambiente. En línea con este movimiento, el Perú dio sus primeros pasos hacia la protección ambiental hace muchos años, pero solo ha sido en la última década que la normativa e institucionalidad se han solidificado y han empezado a incluir a la ciudadanía en la agenda ambiental, a través de sus diversas campañas fomentadas por el MINAM en redes.
La tendencia actual de la publicidad y campañas ambientales está centrada en un discurso “en negativo”. Es decir, que está compuesto principalmente de frases que nos exhortan a dejar de lado ciertas conductas y/o actividades que generan un impacto ambiental dañino o letal. De este modo, normalmente nos encontramos con recomendaciones para reducir el uso de plástico, o nuestra producción de residuos, así como el del consumo de combustibles fósiles, consumo de agua y consumo de energía eléctrica, lo que también se puede ver reflejado en la normativa ambiental, que principalmente prohíbe y desincentiva conductas que impactan negativamente al ambiente.
Entonces, es necesario reflexionar sobre este modelo a la vez que considero importante preguntarnos si, a estas alturas, basta con implementar desincentivos a ciertas actividades o al consumo de ciertos productos para reducir los impactos negativos que generamos, o si por el contrario, es tiempo de que cambiemos el enfoque y busquemos fomentar acciones que beneficien al planeta y nos permitan revertir realmente los daños que hemos generado por siglos. En mi opinión personal, considero más el segundo punto en cuestión debemos comenzar a proponer actuaciones que generen un impacto ambiental positivo y aplicarlas desde distintos frentes, movilizando a la sociedad civil e incentivando a las empresas mediante políticas de estado.
Por un lado, el MINAM debe fomentar campañas ciudadanas que busquen el cuidado y/o recuperación de ecosistemas locales, en colaboración con gobiernos regionales y locales, así como con movimientos sociales. Campañas como “Hazla por tu Playa” deben ser impulsadas y replicadas, pues son estos actos los que previenen que los impactos negativos se sigan produciendo mediante acciones en positivo, limpiar playas de los residuos que las contaminan. De igual manera, presentar proyectos sociales, por ejemplo, para el plantado de especies arbóreas que favorezcan a la limpieza natural de las aguas o a la reducción del dióxido de carbono en el aire, lo que generará beneficios a nivel local mientras que se combate el cambio climático y se promueve una ciudadanía responsable y colaborativa.
Por otro lado, es importante llegar a la población y educar mediante la acción, ya no basta con explicarle a la gente que la contaminación agrava el cambio climático y que esto destruirá nuestro planeta, sino que debemos mostrarles cómo se ve afectada su localidad y cómo pueden ser parte de la solución más allá de sus casas. En ese sentido, se debe hacer hincapié en la necesidad de informar a la ciudadanía sobre la importancia de los servicios ecosistémicos y será fundamental promover los convenios entre empresas y comunidades locales para el cuidado de los ecosistemas que brindan estos servicios; esta es una buena forma de plantear acciones que benefician al ambiente que involucran tanto a la comunidad como a la empresa, que implementan medidas para la preservación del ambiente así como su recuperación en caso sea necesario.
Bajo esta misma línea, se deben generar y promocionar incentivos para que las empresas se interesen por invertir en proyectos de remediación ambiental; pues si bien es claro que la normativa actual busca evitar la generación de daños ambientales importantes, la realidad de nuestro país es que, a la fecha, existen muchos pasivos ambientales cuyos responsables no pueden ser identificados, lo que deja al Estado, con sus limitados recursos, la tarea de la remediación. Por consiguiente, instrumentos como los bonos verdes deberían tener mayor publicidad e incidencia, para atraer a inversionistas que tomen estos espacios contaminados y generen proyectos que, a la vez que les resultan lucrativos, representan un beneficio para el ambiente.
En síntesis, si bien la política ambiental peruana ha tenido un gran desarrollo en los últimos años, es importante implementar un nuevo enfoque que complementa al ya existente, que presente a la población la posibilidad de tomar acciones que impacten de forma positiva en el medio en el que se desarrollan. Igualmente, es fundamental implementar y publicitar incentivos que fomenten proyectos ciudadanos y empresariales que generen beneficios para el ambiente.